El gato es la mascota más curiosa, observadora y perspicaz de la casa. Constantemente nos espía, lo observa todo y asimila con rapidez aquello que considera que le conviene para su bienestar.
Entre las proezas gatunas podemos contar su habilidad para abrir las puertas de los armarios o encender el interruptor de la lámpara de la mesilla de noche presionando el interruptor con una patita, o travesuras como sacar migas de pan al jardín para acechar a los pájaros que se acercan a comerlas.
La revista Pelo Pico Pata te propone un juego para evaluar algunas de las facultades visuales y auditivas de tu gato, además de su comportamiento social y doméstico. Es fácil de realizar. Te hacemos diez preguntas, cada una de ellas tiene cuatro posibles respuestas, escoge la que más se aproxime al comportamiento de tu gatito, suma los puntos y lee los resultados.
1.- Cuando estás hablando por teléfono, tu gato:
a) Se cree que están hablando con él.
b) Comienza a jugar con el cordón del aparato.
c) Se da cuenta de que no le hablas a él y se queda atento para ver lo que pasa.
d) No muestra ningún interés por tu conversación.
2.- Tu gato se encuentra frente al televisor y en la imagen aparecen pájaros, entonces él:
a) Se adormece o los ignora.
b) Observa a los pájaros volar y no se mueve.
c) Da vueltas en torno al televisor buscando por dónde se fueron.
d) Intenta atacar a los pájaros.
3.- ¿Cómo calcula la distancia cuando salta sobre una mesa?
a) Es muy hábil y nunca yerra.
b) En general bien, pero en ocasiones calcula mal y se cae.
c) Se cae casi siempre.
d) Mi gato no se toma la molestia de saltar sobre lugares altos.
GATO MANIPULADOR
¿Son los gatos manipuladores?
Los gatos conocen la manera para conseguir lo que quieren de los humanos: añadiendo un pequeño llanto a su ronroneo.
Unos investigadores de la universidad de Sussex analizaron los diferentes ronroneos de los gatos y se encontraron con que los felinos pueden cambiar su ronroneo habitual, añadiendo una especie de “llanto”, para conseguir lo que pretenden se sus compañeros humanos.
Cuando se oye este ronroneo no se puede ignorarlo. Es molesto pero no se sabe exactamente por qué, dijo Karen McComb, experta en comunicación entre mamíferos.
Es como un lloro rodeado de una vocalización, que de otra manera resulta agradable, pero que de esta forma nos agota”. “Entra de alguna manera en nuestros sentidos y, de alguna manera, sólo para frenarlo, nos levantamos y damos al gato lo que desea”.
McComb dijo que había descubierto lo que llama “ronroneo de solicitud” cuando se planteó la actitud de su propio gato, Pepo, por las mañanas.
Para demostrar que no era solo Pepo el que hacía esto, McComb estudió a otros animales. Las grabaciones las escucharon 50 personas más, de las cuales no todas eran propietarias de gatos, y el 80 por ciento declaró que el ronroneo de solicitud era más desagradable.
ASI HABLAN LOS GATOS
Para comprender a nuestros gatos no tenemos más que observar cómo se comunican, ese lenguaje particular en el que se valen tanto de la expresión facial como del lenguaje corporal y del lenguaje oral.
“El hombre es civilizado en la medida en que comprende a un gato” vino a decir G. Bernard Shaw. Para comprender a este fantástico felino doméstico no tenemos más que observar cómo se comunican, ese lenguaje particular en el que se valen tanto de la expresión facial como del lenguaje corporal y del lenguaje oral, con las vocalizaciones o típicos maullidos, siendo estos últimos los que con mayor facilidad nos comunican sus estados anímicos.
Lo cierto es que los gatos que viven en casa se comunican con nosotros constantemente a través de esa forma característica en la que intervienen distintos elementos de su cuerpo, la boca, la cola, las orejas, los bigotes e incluso la piel. Ya los egipcios, verdaderos amantes de los gatos, estudiaron el lenguaje de los gatos y hasta nuestros días no se ha dejado de averiguar sobre ello, dado la multitud de registros que se pueden valorar.
Los sonidos que hay que entender:
Los maullidos varían de entonación, intensidad y duración en correspondencia con el humor, circunstancias particulares y temperamento del gato, y de que vayan dirigidos a otros gatos o a un ser humano. Maúllan mucho más fuerte cuando se comunican entre ellos que cuando lo hacen con humanos. Con el maullido nos pueden indicar que necesitan algo o, como es en la época del celo, en la que se pueden oír maullidos prolongados y algo entrecortados sobre todo por las noches.
Las vocalizaciones en el gato son producidas por cambios en la tensión muscular de la garganta y la boca, que tensan o relajan las cuerdas vocales, y por cambios en la velocidad en que es expulsado el aire de los pulmones.
El gruñido es una señal de amenaza con carácter ofensivo y suele acabar en una especie de grito estridente.
El ronroneo del gato es una verdadera rareza fisiológica que no comparte con los restantes felinos. Mediante el ronroneo calma y hace dormir a sus cachorros, muestra un estado emocional relajado y amigable y agrada a su familia humana.
El ronroneo es un fenómeno de origen hemodinámico antes que aerodinámico. La vibración se origina en la vena cava posterior, en la cavidad torácica. Donde la cava atraviesa el diafragma, la contracción de los músculos a su alrededor comprime el flujo sanguíneo provocando así una transición de flujo suave a turbulento produciendo oscilaciones similares al movimiento de una bandera agitada por el viento. Estas vibraciones son transmitidas y amplificadas por los bronquios llenos de aire y la tráquea.
El ronroneo es único en los gatos y expresa satisfacción, afecto y bienestar; suele acompañarse de ojos entrecerrados como señal de comodidad.
Hablar con su cuerpo:
Pero el gato nos ofrece otra enciclopedia en la que mirar aquello que nos quiere decir y esa no es otra que su propio cuerpo con el que realiza a modo de una coreografía aprendida desde su más tierna infancia en la que se comunica con los demás. Las líneas escritas van desde la cabeza en la que intervienen ojos, orejas e incluso bigotes hasta la cola, que es el apéndice que más y mejor deberemos observar para ver el estado en el que se encuentra. Aquellos gatos que suben la cabeza son los líderes, mientras que los más sumisos serán los que la agachen.
A los humanos nos ofrecen su cabeza para que los acariciemos y también para marcar con el olor. Si el gato mira fijamente, no es señal de reto, como ocurre con los perros, sino más bien es que están atentos observándonos a nosotros. Cuando tiene ganas de dormir tendrá los ojos entreabiertos, pero también puede ser señal de que está enfermo. Si queremos saber cuándo le asustan las cosas no habrá más que mirar sus ojos y ver cómo tiene las pupilas dilatadas.
Las orejas son otro punto de atención para saber qué nos quiere decir el gato con su lenguaje gestual. Un gato que porta las orejas hacia arriba es señal inequívoca de que es un gato feliz, pero si vemos que las tiene hacia delante y en ángulo, no lo dudemos estará molesto por algo. Y su boca también puede mostrarnos que no está nada contento si la muestra abierta y además si emite algún gruñido. ¡cuidado! Estará dispuesto a agredir.
Dentro del lenguaje corporal la cola es otro elemento definitorio de aquello que quiere decirnos, así si la porta baja es que está triste, si no para de moverla es que está enfadado y si el movimiento es suave será que quiere jugar o que está concentrado en algo que le ha llamado la atención. La punta de la cola también nos puede indicar algo, si está feliz, irritado o quiere atacar.
COSTUMBRES DE LOS GATOS
¿Cuáles son las costumbres del gato?
Antes de elegir un gato como mascota conviene saber los cuidados que le tendremos que ofrecer, porque, aunque son hogareños e independientes, tienen unas costumbres que para algunos son increíbles, pero para muchas otras personas han sido los motivos principales para abandonarlos.
Muchas de estas habilidades innatas, como la de trepar enganchándose con sus uñas a aquello que le pueda dar equilibrio y estabilidad, hacen que la convivencia con un felino se convierta en una pesadilla. Aprende a educarle desde pequeño para evitar sustos cuando regreses a casa.
El que no corre, vuela
Desde siempre, el hombre ha sido seducido por el arte y la armonía que desarrolla el gato en la caza y en el juego, ya que su flexibilidad y agilidad son notables. Esto se debe, en gran parte, a un esqueleto muy flexible compuesto por entre 279 y 282 huesos alargados, delgados y finos, y a unas articulaciones de gran elasticidad, debido a que sus clavículas no están soldadas al hombro y liberan así su movimiento. El gato se puede estirar, dar la vuelta y enroscarse como una bola, sus patas pueden, igualmente, efectuar una rotación bastante amplia y la cola puede moverse en todas las direcciones sin riesgo de luxación.
Dotado de una musculatura muy potente, el felino hace gala de una fuerza considerable con relación a su peso, lo que explica sus saltos a alturas impresionantes -hasta cinco veces su altura y seis veces su longitud-, sus escaladas rápidas a lo largo del tronco de un árbol y su destreza en la lucha. Por el contrario, no puede mantener un gran esfuerzo durante un periodo largo de tiempo, porque el gato es un gran esprínter pero no un corredor de fondo. Su carrera es una serie de largos brincos y rasantes a una velocidad en la cual su estiramiento es máximo. El menor de sus gestos puede ser, a la vez, muy rápido y muy preciso: nunca una mano humana igualará a una pata felina, que nunca deja escapar a su presa.
Alimentación, fuente de salud
El gato raciona repetidas veces su comida. Si se le deja el alimento a libre disposición, hará entre 8 y 16 pequeñas comidas a lo largo del día, cada una con una duración de 3 minutos. Pero es preciso considerar que el gato no es un perro, por lo que no debe ser alimentado como él. Es un carnívoro estricto con necesidades nutricionales específicas y un sistema digestivo adaptado a su régimen. Su intestino es corto comparado con el del hombre -3% del peso del cuerpo frente al 11%- y su tránsito digestivo, cinco veces más rápido que el nuestro. Su alimentación debe ser muy digestiva y fraccionada.
Un arsenal enzimático específico y una secreción estomacal muy ácida aseguran una buena digestión de los prótidos y lípidos, sobre todo de origen animal. Por el contrario, la parte de los glúcidos (cereales) debe ser limitada para evitar el riesgo de diarreas. Soporta bastante mal los cambios alimentarios y la leche, la cual, contrariamente a una idea generalizada, no siempre es bien tolerada después del destete.
El gato doméstico ha conservado desde sus ancestros, que vivían en el desierto, la particularidad de concentrar su orina y ser poco bebedor. Los aficionados a las croquetas lo compensan lamiendo una veintena de veces por día su recipiente de agua, pero solamente bajo ciertas condiciones: el agua debe ser limpia, fresca, renovada periódicamente y dispuesta en un entorno tranquilo, lejos de la bandeja de arena.
El aseo diario
El gato es conocido por tener una limpieza irreprochable, puesto que pasa hasta un tercio de su tiempo de vigilia limpiándose. De esta forma, mantiene su piel en buenas condiciones y la vuelve suave, brillante e impermeable, extendiendo con su lengua la grasa secretada por las glándulas cutáneas.
Algunos gatos tienen un pelaje tan espeso y tan largo que es necesario ayudarles cepillándolos. Lamerse es también un formidable masaje antiestrés, gracias a una multitud de receptores sensoriales situados en la dermis. Sin embargo, singularmente, el gato es poco sensible a las variaciones de temperatura. ¿Quién no ha visto nunca a un felino durmiendo sobre un radiador o cerca de un fuego? Su ‘abrigo polar’ es su formidable capa pilosa de 800 a 1.600 pelos por centímetro cuadrado de piel, es decir, el doble que la del perro.
Los pelos de cobertura, largos y rígidos, dan color al pelaje, le protegen contra la lluvia y pueden erizarse en situación de peligro o de frío extremo; los pelos flexibles de la cola, y el subpelo, muy fino y ondulado, funcionan como aislantes térmicos. Al igual que nuestro cabello, el pelaje felino crece alrededor de 2 mm. por semana y se renueva por ciclos mensuales. La luz diurna es un factor determinante en los periodos de muda. Así, un gato que vive en el exterior hace dos mudas verdaderas por año, mientras que un gato de interior muda durante todo el año.
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